El nombre de Ingvar Kamprad no les sonará a muchos foreros y qualitiers. Si recordamos que este sueco nacido en 1926, que pasó las de Caín y San Amaro en la II Guerra Mundial y fuer el fundador de la cadena de muebles más famosa del planeta, IKEA, probablemente la memoria ya empiece a concatenar algunos eslabones.
Desgraciadamente para nuestros bolsillos, y herederos y herederas, no podemos adquirir acciones de la cadena extrusora de albóndigas con carne de caballo y otras exquisiteces, por lo que habremos de conformarnos con saber un pedacito más de la historia de este afamado lonchafinista. Una vez más, una demostración de que para crear riqueza, el camino no suele ser heredar un emporio, o tener salarios de 6.000€/mes y comer gambas a diario, sino el ahorro durum, y la inversión aún “más durum”.
El caso es que pocos conocen la verdadera historia de este auténtico repelador profesional de tapas de yogur, cuencoarrocista declarado y perseguidor incansable de las ofertas del supermercado. Kamprad, residente en Lausanne durante muchos años hasta que enviudó en 2011 era conocido en el supermercado que acudía a diario por buscar los productos de oferta que estaban a punto de caducar.
A sus 90 años, seguí conduciendo un Volvo de 1.993, mientras todavía era el dueño de una de las mayores multinacionales del Universo.
Compraba la ropa siempre de segunda mano, y viajaba en clase turista. En el documental que una cadena sueca emitió sobre su vida cuentan que en una entrega de premios le vetaron la entrada, al verle bajar harapiento de un autobús de línea.
La máxima que siempre ha sostenido en la empresa y que ha sabido trasladar a sus 4 hijos es que “malgastar es pecado”, y por tanto, “uno de los mayores males de la humanidad”.
Desgraciadamente, Kamprad falleció en 2018, a los 91 años, pero sus 4 hijos siguen en la localidad de Almhult, al sur de Suecia, donde el 50% de sus 9.000 habitantes trabajan para ellos, y siguen trasladando el mensaje de austeridad y frugalidad que les ha hecho llegar a ser algunos de los mayores empresarios del mundo.
P.D. Aunque ya no esté entre nosotros. Ingvar siempre será: “uno di noi”!!