Dos de las burbujas en los mercados bursátiles que más han transcendido durante siglos han sido la de los tulipanes y la de los Mares del Sur. De la primera se han escrito ríos de tinta, incluso suele aparecer en tertulias generalistas como referencia.
Por su parte, de las de los Mares de Sur lo que suele nombrarse es de la cita del hombre probablemente más inteligente de aquella época y uno de los científicos más reconocidos de toda la historia, Isaac Newton: “Soy capaz de calcular los movimientos de los cuerpos celestes, pero no la locura de la gente”.
El reputado físico perdió mucho dinero invirtiendo en la compañía. La primera lección es evidente y Warren Buffett la suele citar mucho en sus conferencias. No por tener un gran coeficiente intelectual vas a ser un gran inversor.
Leyendo sobre la historia de esta interesante empresa me ha sorprendido la tremenda similitud con lo que ocurre hoy en día, sobre todo con algunas salidas a bolsa. Las bases más fundamentales de los mercados financieros apenas han cambiado desde que se crearon hace siglos.
La burbuja de los Mares del Sur explotó en el crack de 1720. En el aniversario de una de las mayores convulsiones bursátiles de todos los tiempos me siento especialmente honrado de rescatar algunas de las lecciones totalmente aplicables al mundo en el que vivimos.
Su formación y razón de ser siguen siendo las mismas
Bajo la influencia de las masas, los individuos actúan de manera peculiar, diferente a como lo harían en solitario. Las masas están mentalmente unidas en un denominador común llamado inconsciencia colectiva. Mediante pasiones y sentimientos, nunca en la razón.
Al no poder razonar, las masas no pueden separar la realidad de la ficción. Se muestran impresionadas por el espectáculo de los mercados. La desinformación y la exageración se contagian. El prestigio es otorgado a los creyentes con creencias compartidas. Las masas persiguen una ilusión hasta que esta queda destruida por el paso del tiempo.
Una imagen evocadora
Los inversores británicos se imaginaron ciudades de oro en América. La Corona británica garantizó a la Compañía derechos exclusivos para comerciar con América del Sur. Un nuevo mundo lleno de oportunidades y de riquezas. El descubrimiento de un nuevo continente cambió el mundo. La empresa nunca logró tener beneficios. ¿Podrías encontrar algún ejemplo hoy basado más en ilusiones que en hechos?
Salir de tu círculo de competencia
La mayoría de inversores en la Compañía de los Mares del Sur no estaban preparados para cuantificar los beneficios del comercio con América del Sur. Pocos habían salido fuera de Inglaterra o hablaban español.
Los inversores desconocían que España estuviera en una posición inmejorable para monopolizar el comercio con sus colonias. Los únicos ingleses que quizá podrían valorar el negocio de los viajes a América del Sur eran los piratas.
Gestores poco honestos
La directiva de la Compañía de los Mares del Sur no tenía experiencia en dirigir rutas de navegación. Estaban decididos a ganar dinero gracias de los accionistas, vendiéndoles una idea. Emitieron gran cantidad de acciones e hicieron una gran labor comercial para distribuirlas en todas las capas de la sociedad británica.
Muchos funcionarios que estaban dentro de la gestión de la empresa recibieron acciones gratuitas. Similar a lo que hoy serían las stock options.
Conclusión
Cuando la subida en las cotizaciones no se basa en aspectos objetivos y en un análisis razonado. Simplemente prima la búsqueda del enriquecimiento, pueden surgir problemas en el futuro. Si a eso se le suma una directiva con unos incentivos equivocados, el cóctel puede ser tremendamente peligroso.