Una de las acepciones de la morralla en la RAE es “pescado pequeño”. Recuerdo en el puerto de Burriana que los pescadores hace años la vendían a granel a cualquier particular por muy poco dinero. La morralla estaba (y está compuesta), por una mezcla heterogénea de diversos tipos de pequeños peces y moluscos de escaso valor que resulta ser el rechazo por no poder venderse como pescado o moluscos homégeneos.
Bien, en el ámbito de las inversiones, la morralla es aquel grupo de acciones heterogéneas de una cartera, de escaso valor, que una vez se compraron con altas expectativas de revalorización y ahora resultan ser el rechazo de toda buena cartera de inversión.
¿Qué hacer con la morralla de inversión cuando es posible que pueda salir una ostra con una perla natural en su interior?
Una opción es mantener la morralla durante un tiempo más a ver si aparece la afortunada ostra con perla.
Otra opción es venderla, y con lo poco que te dan, comprar otro pescado (acciones, ETF o fondo) de mayor calidad.
La morral corre el riesgo de convertirse en un “muerto en el armario”, como me pasó con Telefónica durante muchos años.
Hay que distinguir de morralla, que hay que vender inmediatamente, con buenos negocios pasando por malos momentos.
Aún así, para mi hasta los buenos negocios tienen un periodo límite de tiempo. Si en 5 años no veo recuperación la vendo y prefiero ponerlo en otro que funciona para no frenar más el interés compuesto.
