Cuando Charlie Munger tenía 30 años
-su esposa se divorció de él, se quedó con su casa
-se declaró en bancarrota
-su hijo de 9 años murió de leucemia en sus brazos
-perdió un ojo, los médicos le extrajeron el ojo sin anestesia
-vivía en un apartamento lúgubre y conducía un coche destartalado.
Sin embargo, no permitió que las dificultades definieran su vida y se convirtió en uno de los inversores más exitosos de la historia.
No importa cuán profundo caigamos, nunca caemos lejos de la mano de Dios. ¡Nunca te rindas, anónimo!
Despues, pensamos que tenemos un mal día,un mal año…
